Natxo Vadillo

Europa primero: cómo la UE podría capear el temporal Trump que se avecina

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El show de Trump acaba de empezar y Europa tiene un billete en primera fila, en un asiento incómodo y donde no puede mirar hacia otro lado. Porque con su retorno a la presidencia de los Estados Unidos, la Unión Europea enfrenta un escenario de potencial riesgo e incertidumbre en no pocos frentes. 

La política de «América Primero», junto a un enfoque marcado por el proteccionismo y la posible reducción de alianzas estratégicas, podría impactar seriamente en la economía y en la seguridad europeas. Y por si fuera poco, la llegada de Elon Musk al nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) añade un elemento de desasosiego que podría afectar el equilibrio competitivo global. 

En este contexto, la UE debe tomar medidas sólidas y estratégicas para anticiparse y mitigar los riesgos adversos de esta nueva administración. Los países de la UE llevan la política comercial en conjunto, por lo que la Comisión Europea ha tenido un equipo de trabajo tras las bambalinas preparándose durante semanas para un posible regreso de Trump, buscando formas de contraatacar con rapidez y dureza si es necesario en cualquier disputa arancelaria. 

Trump ha prometido recuperar empleos y castigar a amigos y enemigos con aranceles generalizados del 10 o 20 por ciento (y hasta el 60 por ciento para los productos procedentes de China), a pesar de las advertencias de los economistas sobre un impacto perjudicial en el crecimiento económico de Estados Unidos.

Pero no está nada claro si Ursula von der Leyen podrá reunir a los 27 estados de la UE tras una línea común. De hecho, podría repetirse la indecorosa carrera hacia Washington que vimos durante el último mandato de Trump para congraciarse con la Casa Blanca y tratar de asegurar mejores condiciones para los países europeos individuales, tal vez a cambio de comprar más armas estadounidenses. 

Además, Europa corre el riesgo de verse atrapada en un conflicto comercial cada vez más profundo entre Estados Unidos y China, con la perspectiva de verse sometida a una fuerte presión de Washington para restringir sus lazos económicos con Pekín.

Los líderes de la UE se han comprometido a reformar la economía del bloque con cambios radicales recomendados en el Informe Draghi, reformas que con la recuperación de Donald Trump de la Casa Blanca han adquirido mayor urgencia. 

Europa necesita una modernización radical para seguir siendo competitiva y es necesario hacer un llamamiento claro a la revitalización. Trump debe significar un despertar para el Viejo Continente, brindando a la UE una oportunidad única para redefinir su estrategia y fortalecer su posición en una serie de escenarios que ya hace tiempo que necesitan de actuación. 

Reducción de la burocracia y regulación normativa para aumentar la competitividad empresarial

La Unión Europea, caracterizada por una red de normativas y regulaciones más que complejas, podría ver su competitividad afectada en un contexto en el que Estados Unidos reduzca los costes y requisitos para operar. En este sentido, la UE debe revisar urgentemente su marco regulatorio para encontrar un equilibrio entre la protección de sus estándares y una mayor flexibilidad que facilite la competencia empresarial. 

Según estudios de la OCDE, el coste administrativo en Europa es, en promedio, un 30% mayor que en EE.UU., lo que afecta particularmente a las pequeñas y medianas empresas (pymes), quienes representan el 99% del tejido empresarial europeo. Simplificar los procedimientos y reducir la burocracia no solo impulsaría la competitividad, sino que también podría atraer inversiones extranjeras en sectores estratégicos como el de tecnología o el manufacturero.

Para hacer frente a este reto, la UE podría tomar medidas en varios niveles. Por ejemplo, implementando un proceso de “ventanilla única” para empresas en toda Europa, unificando trámites y reduciendo la duplicación de requisitos. Además, podría revisar sus normativas de manera periódica, eliminando aquellas que ya no se ajustan al contexto actual o que imponen costes innecesarios.

Esta simplificación regulatoria también debería venir acompañada de incentivos fiscales, especialmente para sectores emergentes como las energías renovables o las startups tecnológicas, sectores en los que Europa posee un gran potencial de crecimiento.

El impacto en un tejido industrial clave: automotriz y energético

El sector automotriz europeo, una de las principales fuentes de ingresos y empleo en países como Alemania, Francia y España, tiene las ruedas temblando al enfrentarse a una posible imposición de aranceles adicionales por parte de Estados Unidos, lo que afectaría gravemente a marcas como Volkswagen, Mercedes-Benz o Renault, que exportan miles de vehículos al mercado estadounidense cada año. 

En este contexto, la UE debería explorar acuerdos comerciales con otros mercados emergentes y fortalecer los lazos comerciales con Asia, particularmente con China, país que representa una gran oportunidad para los fabricantes europeos. En paralelo, la diversificación de la oferta automotriz hacia vehículos eléctricos puede permitir que Europa reduzca su dependencia del mercado norteamericano.

Por otro lado, la industria energética también enfrenta importantes desafíos. Con una administración estadounidense que podría desmarcarse aún más de los acuerdos climáticos internacionales y favorecer el uso de combustibles fósiles, Europa necesita fortalecer su transición hacia energías renovables. La independencia energética debe convertirse en una prioridad estratégica, especialmente a la luz de posibles aumentos en los precios de las importaciones de petróleo y gas. 

¿Quién dijo miedo? La llegada de Elon Musk al Departamento de Eficiencia Gubernamental

La incorporación del multimillonario Elon Musk al gobierno estadounidense, en un rocambolesco rol enfocado en reducir la burocracia y optimizar el gasto público, puede convertirse en una patata caliente para Europa. Musk ha demostrado ser un pionero en reducir costes y maximizar la eficiencia en sus empresas; y si aplica una estrategia similar en la administración estadounidense, el entorno económico de Estados Unidos podría volverse aún más atractivo para las empresas. Esta eficiencia aumentada podría afectar la competitividad de las empresas europeas, especialmente en sectores tecnológicos y de innovación, donde Elon Musk se mueve con soltura.

Para gestionar este riesgo, Europa debe enfocarse en incrementar su propia eficiencia operativa y fomentar la innovación. Una opción clave es fortalecer los ecosistemas de innovación mediante la creación de polos tecnológicos que compitan con Silicon Valley, fomentando la cooperación entre universidades, centros de investigación y el sector privado. 

Además, la UE podría lanzar un programa similar al ‘Horizonte Europa’ (2021-2027), cuyo objetivo general era alcanzar un gran impacto económico y social gracias a las inversiones en I+D, fortaleciendo de esta manera sus bases científicas y tecnológicas. 

Pero en esta ocasión, el programa debería ir enfocado a la eficiencia y competitividad empresarial, incentivando el desarrollo de nuevas tecnologías en inteligencia artificial, energías renovables o biotecnología, permitiendo a Europa retener a sus talentos y atraer a empresas de otros continentes que valoren la estabilidad que el mercado europeo puede ofrecer.

El fortalecimiento de la autonomía estratégica europea

Ante la posibilidad de que Estados Unidos reduzca su cooperación en defensa y seguridad con Europa, la UE debe acelerar su autonomía estratégica. Esto implica una mayor inversión en defensa, pero también en inteligencia y ciberseguridad, áreas en las que nuestro continente debe fortalecer sus capacidades para proteger su infraestructura crítica y sus intereses en el extranjero. 

Países como Francia y Alemania han liderado propuestas para una defensa común europea; y con el retorno de Trump al poder, esta idea cobra más fuerza. Una colaboración en defensa no solo reduciría la dependencia de la OTAN, sino que también permitiría a Europa posicionarse como un actor geopolítico autónomo y confiable.

Además, en el plano comercial, Europa debe diversificar sus relaciones internacionales, evitando una dependencia excesiva de Estados Unidos como socio principal. En este sentido, se abren oportunidades en mercados como América Latina, África o el sudeste asiático, donde la demanda de productos y servicios europeos es cada vez mayor. Firmar acuerdos de libre comercio y establecer relaciones diplomáticas sólidas con estos mercados emergentes permitirá a la UE construir una red de seguridad que mitigue el impacto de políticas estadounidenses proteccionistas.

La necesidad de pasar a la acción

La llegada de Donald Trump a la presidencia norteamericana representa desafíos considerables para Europa, pero en lugar de percibir su retorno exclusivamente como una amenaza, debemos verlo como una oportunidad para reafirmar el liderazgo global en áreas clave. Adoptar una visión audaz, proactiva y con una capacidad de adaptación más ágil permitirá a la Unión Europea no solo capear el temporal que se avecina desde el otro lado del charco, sino también salir fortalecida, autónoma y resiliente de este nuevo ciclo en el panorama mundial.

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