Natxo Vadillo
Plan Euskadi 2030: el vuelo estratégico del sector aeroespacial vasco
- financiación I+D+i
- I+D+i en seguros
- seguros aeronáuticos
- Sin categoría
En un tablero geopolítico y económico global marcado por la incertidumbre, donde Europa se arriesga a perder la carrera por la competitividad frente a gigantes como Estados Unidos y China, surgen faros de estrategia industrial que se niegan a aceptar un rol secundario. El Plan de Industria – Euskadi 2030, presentado por el Gobierno Vasco la semana pasada, es uno de ellos.
No es una mera declaración de intenciones, sino una hoja de ruta dotada con una ambición formidable: movilizar 3.900 millones de euros de inversión pública para actuar como palanca de otros 12.000 millones privados. Su objetivo no es solo defender el presente industrial vasco, sino construir activamente su futuro, con un foco claro en el empleo de alta calidad y la soberanía tecnológica.
Dentro de este plan, el Gobierno Vasco ha realizado una apuesta de alto calibre, designando al sector aeroespacial, representado por su clúster de referencia, HEGAN, como un sector ‘HAZI’. Este término, que en euskera significa «crecer», define a aquellos ámbitos de alta intensidad tecnológica, alineados con las prioridades estratégicas de la Unión Europea y con un potencial de crecimiento global exponencial.
El clúster HEGAN, fundado en 1997 con las tres empresas tractoras del sector aeronáutico en el País Vasco (Aernnova, ITP y SENER) como socios fundadores, ha evolucionado hasta convertirse en un referente en el panorama aeroespacial europeo. Su misión de «potenciar, promover y estimular el tejido industrial, profesional, tecnológico, investigador y de innovación del sector aeronáutico y espacial del País Vasco» ha guiado su desarrollo durante más de dos décadas.
La consideración de este sector aeroespacial como estratégico no es casual. Responde a una visión de futuro que reconoce su alta intensidad tecnológica, sus capacidades científico-tecnológicas, su alineamiento con las prioridades de la Comisión Europea y su alto potencial de crecimiento en mercados globales durante las próximas décadas.
Además, esta designación llega en un momento crucial para la industria aeroespacial vasca, que tras superar los desafíos de la pandemia, ha mostrado una notable recuperación, con un aumento del 14% en empleo y un 20% en facturación durante 2024, hasta llegar a los 3.459 millones de euros; unos resultados que son especialmente significativos considerando el contexto de tensiones en el abastecimiento de materias primas, escalada de costes de producción y entorno geopolítico inestable.
Y es que la industria aeroespacial vasca no es un actor emergente, sino una potencia consolidada y silenciosa, un ecosistema de alta precisión profundamente integrado en las cadenas de valor globales. La decisión de elevarlo a pilar estratégico es un reconocimiento de su capacidad tractora y, a la vez, una invitación a asumir un liderazgo aún mayor en la inminente revolución del sector: la aviación sostenible.

Proyectos transformadores, la clave del desarrollo aeroespacial vasco
El Plan de Industria 2030 se articula en tres ejes (Más Industria, Mejor Industria y Menos Emisiones) que, para el sector aeroespacial, actúan como un ecosistema de apoyo integral. Como ha destacado el consejero de Industria, Transición Energética y Sostenibilidad, Mikel Jauregi, «la industria es el pasado, el presente y el futuro de Euskadi. Es nuestra fuente de progreso, riqueza y bienestar». Esta afirmación refleja la centralidad que el sector industrial tiene en la estrategia económica vasca, donde representa el 24,2% del VAB, cifra muy superior a la media estatal.
Pero el verdadero valor del plan no reside solo en su dotación económica, sino en su concepción como un sofisticado instrumento de mitigación de riesgos, diseñado para transformar los que podrían ser obstáculos insalvables en oportunidades de crecimiento gestionables.
El principal riesgo existencial para la industria aeronáutica global es, sin duda, el coste de su propia reinvención. La descarbonización es un imperativo ineludible, pero su factura es astronómica. Informes recientes del sector elevan el coste estimado de la transición para la aviación europea a 2,4 billones de euros hasta 2050, una cifra que puede paralizar la iniciativa privada.
Es aquí donde el plan vasco interviene como un agente de-risking (mitigador de riesgo) fundamental. La Alianza Financiera Vasca y los fondos directos no solo aportan capital, sino que envían una señal inequívoca al mercado: la I+D en tecnologías disruptivas no es una aventura en solitario, sino una misión compartida entre la administración y la industria.
Este apoyo no es etéreo y aterriza en proyectos concretos. El «Proyecto Transformador para el desarrollo de Nuevas Arquitecturas del Motor Aeronáutico», con un hito clave fijado para 2026, es el ejemplo perfecto. No se trata de una subvención dispersa, sino de una inversión focalizada que impulsa directamente las capacidades de empresas como ITP Aero, Socio Fundador de HEGAN. Este líder mundial en turbinas de baja presión, socio clave en el motor UltraFan de Rolls-Royce que promete una mejora del 25% en eficiencia, está también a la vanguardia de la investigación en propulsión mediante hidrógeno y el uso de Combustibles de Aviación Sostenibles (SAF).
El Gobierno vasco, accionista de ITP Aero, quiere aprovechar el liderazgo de la compañía y la demanda de nuevas formas de movilidad aérea sostenible para traccionar toda la cadena de proveedores estos próximos años. Además, el plan cuenta con la cooperación de los centros tecnológicos y en especial con el CTA (Centro de Tecnologías Aeronáuticas) situado en el parque de Miñano, que puede ser una palanca para que las empresas implicadas mejoren su capacidad de innovación.

Paralelamente, el eje «Menos Emisiones» requiere aeronaves más ligeras, un desafío donde Aernnova, líder en el diseño y fabricación de aeroestructuras complejas y un maestro en el uso de composites, juega un papel crucial. El apoyo a la I+D en nuevos materiales y procesos de fabricación (Industria 4.0) permite a Aernnova seguir innovando en alas, fuselajes y estabilizadores que reduzcan el peso del avión y, por ende, su consumo y emisiones.
A su vez, una empresa como SENER, con su altísima especialización en sistemas de guiado, navegación, control y actuación, así como su probada capacidad en el sector espacial como suministrador clave en varios satélites, aporta la inteligencia y la precisión necesarias para que estos nuevos componentes y sistemas de propulsión operen con la máxima eficiencia y seguridad. El plan, por tanto, no impulsa a empresas aisladas, sino que alimenta un ecosistema simbiótico donde el avance de uno fortalece al conjunto.
La nueva frontera del riesgo: ciberseguridad, transición y resiliencia
Desde la perspectiva de la gestión de riesgos empresariales, es imperativo entender que el mismo plan que mitiga unos riesgos, inevitablemente acelera la exposición a otros, más complejos y entrelazados. Y es que la oportunidad histórica que representa el Plan Euskadi 2030 lleva aparejada la entrada en una nueva frontera del riesgo que exige un cambio de paradigma en su gestión.
El eje «Mejor Industria», centrado en la digitalización, la inteligencia artificial y la sensorización, es un motor de competitividad, pero también una puerta de entrada a amenazas críticas. La convergencia de las tecnologías de la información (IT) con las tecnologías de la operación (OT) en las plantas de producción aeroespacial crea una superficie de ataque mucho mayor. Ya no hablamos solo de robar datos, sino de la posibilidad de alterar o paralizar la producción física.
El ransomware dirigido a la cadena de suministro se ha convertido en una de las mayores amenazas, con ataques que pueden detener en seco la fabricación de componentes críticos y generar un efecto dominó devastador en una industria que opera con el modelo just-in-time. La necesidad de cumplir con normativas cada vez más estrictas, como la directiva europea NIS2 o las regulaciones de ciberseguridad de la aviación como EASA Part-IS, añade una capa de complejidad y responsabilidad ineludible.
Ahora el riesgo ciberfísico ha dejado de ser una preocupación del departamento de informática para convertirse en un punto central en el consejo de administración, con implicaciones directas en la póliza de daños materiales, la pérdida de beneficios y la responsabilidad civil.
En segundo lugar, el riesgo tecnológico asociado al eje «Menos Emisiones» es inmenso. Apostar por el hidrógeno, la propulsión eléctrica o los SAF no es solo una decisión técnica, sino una apuesta estratégica de miles de millones de euros. Elegir una vía tecnológica que finalmente no se consolide como el estándar del mercado puede suponer la obsolescencia de años de inversión y desarrollo. Este no es un riesgo asegurable de forma tradicional, sino un riesgo estratégico que requiere un análisis de escenarios, inteligencia de mercado y una flexibilidad financiera y operativa que el plan ayuda a construir, pero no garantiza por sí solo.
Finalmente, el éxito de todo el plan descansa sobre dos pilares que son, en sí mismos, fuentes de riesgo significativas: el talento y la resiliencia de la cadena de suministro. La competencia por ingenieros, técnicos especializados y expertos en ciberseguridad o inteligencia artificial es global y feroz. Un fallo en la captación y retención de este talento puede dejar sin combustible al motor de la innovación.
Al mismo tiempo, la creciente volatilidad geopolítica y las tensiones comerciales globales hacen de la cadena de suministro un sistema vulnerable. La dependencia de materias primas o componentes específicos de geografías inestables representa un riesgo de continuidad de negocio crítico que debe ser mapeado, analizado y gestionado proactivamente mediante la diversificación, la creación de stocks estratégicos y el fortalecimiento de proveedores locales y europeos.
Hacia un futuro sostenible y seguro para el sector aeroespacial vasco
El Plan de Industria – Euskadi 2030 es una de las iniciativas de política industrial más audaces y mejor estructuradas de Europa. Para el sector aeroespacial vasco, aglutinado en HEGAN, representa una oportunidad generacional para consolidar su posición de liderazgo mundial y capitanear la transición hacia una aviación sostenible.
Sin embargo, para que esta oportunidad se materialice plenamente, las empresas del sector deben evolucionar en su concepción del riesgo. La era de ver el seguro como una simple transacción para cubrir el incendio de una fábrica o un accidente laboral ha terminado. El nuevo paradigma exige una visión de 360 grados, una gestión integrada donde la ciberseguridad de las plantas de producción es tan importante como la seguridad laboral, donde la resiliencia de la cadena de suministro se analiza con el mismo rigor que la solvencia financiera, y donde la estrategia de innovación se protege con mecanismos que van más allá de la patente.
El éxito del vuelo de hacia el 2030 no dependerá solo de la potencia de sus motores o la ligereza de sus alas, sino de la inteligencia y la previsión de su sistema de navegación a través de un cielo lleno de riesgos complejos y dinámicos. El sector aeroespacial vasco tiene ante sí el reto de aprovechar esta oportunidad histórica, y para ello cuenta con el apoyo de la administración pública, el talento y la experiencia de sus profesionales. Y en esta travesía, contar con socios estratégicos como Compitte, capaces de entender la interconexión de estos nuevos riesgos, no será un lujo, sino una condición indispensable para alcanzar la velocidad de crucero deseada.