Natxo Vadillo

Los retos de la automoción ante el nuevo escenario internacional

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La industria automovilística mundial atraviesa una transformación sin precedentes que está redefiniendo por completo las reglas del juego establecidas durante más de un siglo. Lo que comenzó como una evolución tecnológica gradual, se ha convertido en una revolución disruptiva que afecta desde los fundamentos de la ingeniería automotriz hasta las dinámicas geopolíticas globales. 

Y en este contexto de cambio acelerado, el sector debe enfrentarse simultáneamente a múltiples desafíos, como la electrificación masiva, la digitalización integral, la reconfiguración de las cadenas de suministro o una competencia internacional que ha alterado definitivamente el mapa de liderazgos tradicionales.

Esta transformación no es meramente técnica, sino que representa un cambio de paradigma en nuestra concepción de la movilidad, donde las decisiones tomadas en los próximos años determinarán el futuro de una industria que emplea a millones de personas y representa una porción significativa del PIB mundial. Y la gestión de estos riesgos y oportunidades requiere una comprensión profunda tanto de las dinámicas globales como de las características específicas del ecosistema productivo.

El pilar económico de una industria en transformación

La magnitud económica de la industria automovilística trasciende las cifras tradicionales de producción y empleo para convertirse en un indicador de la capacidad industrial y tecnológica de las naciones. A nivel mundial, el sector genera aproximadamente el 3% del PIB global, pero su influencia real se extiende mucho más allá de estos números directos, ya que esta industria actúa como motor de innovación tecnológica en múltiples sectores económicos.

En Europa, esta importancia estratégica se magnifica debido a la concentración de conocimiento técnico, capacidad productiva y liderazgo en segmentos premium que han caracterizado históricamente a la industria continental. La automoción europea representa más del 6% del empleo total de la Unión Europea y más del 7% del producto interno bruto, cifras que no reflejan completamente su impacto en sectores auxiliares como la metalurgia, la química, la electrónica y los servicios especializados. Esta interdependencia sectorial convierte cualquier transformación en la automoción en un fenómeno con efectos multiplicadores en toda la economía europea.

España ha construido una posición particularmente sólida en este ecosistema industrial europeo, consolidándose como el segundo mayor fabricante de vehículos en Europa tras Alemania. El empleo directo e indirecto generado por el sector, que asciende a 587.700 puestos de trabajo con un crecimiento del 6,7% en 2023, evidencia tanto la resiliencia del sector español como su capacidad de adaptación a las nuevas demandas del mercado.

Esta posición no es accidental, sino el resultado de décadas de inversión en capacidades productivas, desarrollo de proveedores locales y construcción de ventajas competitivas en costes, calidad y flexibilidad operativa. Con 2,38 millones de vehículos producidos en 2024, España demuestra su capacidad para mantener volúmenes productivos significativos incluso en un contexto de transformación sectorial.

Y es que la industria española cuenta con ventajas competitivas significativas, incluyendo una amplia implantación territorial, acceso a mercados globales y una cadena de suministros robusta. De hecho, España fue el primer destino en Europa para inversión en nuevos proyectos de multinacionales de automoción en los últimos cinco años. La clave del éxito futuro dependerá de la capacidad para transformar estas ventajas tradicionales en competitividades adaptadas al nuevo paradigma tecnológico y comercial.

Componentes de automóviles: un sector estratégico en la cadena de suministro

El sector de componentes de automoción es una pieza estratégica dentro de la cadena de suministro global del automóvil. Según datos de Gestamp y diversas fuentes sectoriales (OICA, ANFAC, SERNAUTO, S&P Global Mobility), aproximadamente el 75% del valor total de un vehículo proviene de los proveedores, responsables de fabricar componentes clave como carrocería, chasis, módulos, sistemas preensamblados y servicios asociados. Frente a ello, los fabricantes de automóviles aportan en torno al 25% del valor, centrando su actividad en el diseño, el ensamblado final y la distribución comercial.

Esta elevada externalización ha sido fundamental para el desarrollo del sector, dando lugar a una estructura compleja y altamente especializada de suministro, representada idealmente en una pirámide de proveedores. En su base se encuentran los proveedores de commodities, seguidos por los locales y regionales, hasta llegar a la cúspide con los socios estratégicos de primer nivel, que colaboran directamente con los fabricantes en innovación, calidad y cumplimiento normativo. 

En conjunto, esta red de valor explica el papel esencial que juega el ecosistema de proveedores en la competitividad, la resiliencia y la transformación tecnológica del sector de la automoción en España.

Retos más allá de la electrificación

La transformación tecnológica del sector automovilístico representa la convergencia de múltiples revoluciones industriales simultáneas. La electrificación, aunque es el cambio más visible, constituye únicamente la punta del iceberg de una transformación que abarca la digitalización integral, la conectividad omnipresente o la integración de la automatización en todos los procesos productivos y operativos. 

Por ejemplo, la electrificación implica mucho más que sustituir motores de combustión por motores eléctricos; requiere el desarrollo de nuevas competencias en química de baterías, gestión térmica, electrónica de potencia o sistemas de carga, competencias que tradicionalmente no formaban parte del núcleo tecnológico de la industria automovilística. 

La conectividad también está transformando la concepción tradicional del automóvil como producto independiente hacia su integración en ecosistemas digitales complejos. Los vehículos conectados no solo intercambian información con infraestructuras viarias, sino que se convierten en nodos de redes de datos que incluyen servicios de navegación, entretenimiento, comercio electrónico y gestión energética. 

Incluso la movilidad compartida emerge como respuesta a la ineficiencia fundamental del modelo tradicional de propiedad vehicular, donde un automóvil permanece inactivo el 95% de su vida útil. Esta transformación no solo afecta a los modelos de negocio, sino que requiere el desarrollo de nuevas infraestructuras, sistemas de gestión de flotas y plataformas tecnológicas que tradicionalmente no formaban parte del sector automovilístico.

La sostenibilidad como imperativo 

La sostenibilidad ha evolucionado desde ser una consideración adicional en el diseño de productos hasta convertirse en el núcleo de la estrategia sectorial y el principal motor de la transformación industrial. Esta evolución no responde únicamente a presiones regulatorias o demandas del mercado, sino a la comprensión de que la sostenibilidad representa una ventaja competitiva fundamental en un mundo que se enfrenta a limitaciones de recursos y deterioro ambiental. 

El marco regulatorio europeo, que establece la prohibición de venta de coches de gasolina y diésel a partir de 2035, no constituye únicamente una restricción, sino una oportunidad para acelerar la innovación y establecer ventajas competitivas en tecnologías limpias. Esta regulación crea un horizonte de certidumbre que permite planificar inversiones a largo plazo y desarrollar capacidades tecnológicas que serán demandadas globalmente. 

Pero la sostenibilidad trasciende la electrificación para abarcar la economía circular, donde el 85% de los componentes de un vehículo al final de su vida útil son reutilizados en la Unión Europea. Esta circularidad requiere el desarrollo de nuevas competencias en diseño para el reciclaje, logística inversa y procesos de remanufacturing que garanticen la funcionalidad, calidad y seguridad de las piezas.

El desafío chino: reconfiguración del liderazgo global

El surgimiento de China como potencia dominante en vehículos eléctricos representa mucho más que un cambio en las cuotas de mercado; constituye una reconfiguración fundamental de las dinámicas competitivas globales que desafía décadas de liderazgo occidental en la industria automovilística. 

China controla el 76% de las ventas mundiales de vehículos eléctricos, una posición dominante que se sustenta en una estrategia integral que combina políticas gubernamentales favorables, desarrollo de ecosistemas completos de manufactura y una visión de largo plazo que ha permitido construir ventajas competitivas duraderas. Y la ascensión de BYD como fabricante líder mundial, superando a Tesla con 4,3 millones de coches vendidos en 2024 y un crecimiento del 41%, ilustra la rapidez con la que pueden cambiar las posiciones de liderazgo en mercados en transformación. 

Esta transformación no es accidental, sino el resultado de la estrategia «Made in China 2025» que priorizó el desarrollo de capacidades en sectores tecnológicos estratégicos, incluyendo la movilidad eléctrica. BYD generó ingresos por cerca de 107.200 millones de dólares en 2024, superando los 97.700 millones de Tesla, lo que demuestra que el liderazgo chino no se limita a volúmenes, sino que incluye rentabilidad y capacidades financieras.

La estrategia de expansión internacional de los fabricantes chinos es particularmente sofisticada, estableciendo operaciones productivas en Indonesia, Tailandia, Pakistán, Turquía, Hungría y Brasil para eludir aranceles comerciales y capturar mercados locales. Esta deslocalización permite ofrecer vehículos que son típicamente un 20% más baratos que sus homólogos occidentales, ventaja que combina eficiencias operativas con estructuras de costes optimizadas. En Europa, los vehículos chinos ya representan entre el 3% y el 11% de las ventas de vehículos eléctricos según el país, con España y Austria mostrando las mayores cuotas con 10% y 11% respectivamente.

Europa responde: estrategia de competitividad ante la presión global

La respuesta europea a la competencia china y a las presiones comerciales estadounidenses en forma de política arancelaria ha cristalizado en el Plan de Acción Industrial para el sector de la automoción, una iniciativa de 1.800 millones de euros destinada a crear una cadena de suministro segura y competitiva de materias primas para baterías. Este plan no constituye únicamente una reacción defensiva, sino una estrategia proactiva para recuperar el liderazgo europeo en tecnologías clave y garantizar la autonomía estratégica en sectores críticos.

Los aranceles impuestos por Estados Unidos del 25% a los vehículos fabricados fuera de sus fronteras también están reconfigurando las estrategias comerciales globales de los fabricantes europeos. Estos aranceles, que elevan el precio de los vehículos exportados entre 4.000 y 10.000 dólares, obligan a reconsiderar las cadenas de suministro y estrategias de mercado. Por ejemplo, KIA ha respondido anunciando su intención de aumentar las ventas de coches eléctricos en Europa hasta el 60% de su cuota para 2030, ilustrando cómo las políticas proteccionistas pueden generar oportunidades en mercados alternativos.

Las negociaciones entre la Unión Europea y China para sustituir los aranceles impuestos a los coches eléctricos chinos, que alcanzan hasta un 45,3%, por un sistema de precios mínimos, buscan garantizar una competencia justa evitando que los subsidios estatales chinos distorsionen los precios del mercado europeo. Esta medida representa un equilibrio complejo entre proteger la industria europea y mantener abiertas las oportunidades comerciales con el mayor mercado automovilístico mundial.

Los desafíos transversales: talento, digitalización y descarbonización integral

La convergencia de múltiples transformaciones simultáneas ha generado desafíos transversales que trascienden las tradicionales fronteras sectoriales y requieren respuestas integradas. 

La escasez de talento cualificado se ha convertido en el principal factor limitante para la transformación de esta industria, con el 76% de los empleadores del sector automotriz reportando dificultades para encontrar personal cualificado. Esta crisis se agudiza por la necesidad de profesionales con competencias en tecnologías emergentes como vehículos eléctricos, conducción autónoma y digitalización, competencias que no existían en el perfil tradicional del sector.

La digitalización también representa mucho más que la implementación de nuevas tecnologías; implica una transformación completa de los modelos operativos. La Industria 4.0 está transformando las plantas de fabricación mediante la integración de inteligencia artificial, 5G y blockchain, tecnologías que optimizan las líneas de producción, mejoran la seguridad de los vehículos y posibilitan diseños más eficientes energéticamente.

Los proveedores españoles de automoción invierten anualmente más del 4% de su facturación en I+D+i, alcanzando 1.458 millones de euros el año pasado. Esta inversión nos posiciona como país de referencia dentro del contexto mundial y demuestra que la digitalización forma parte del ADN de la industria española. 

También la descarbonización integral del sector requiere un enfoque holístico que trasciende la electrificación de vehículos: es necesario un mix energético que incluya biocombustibles, combustibles sintéticos e hidrógeno verde para abordar las necesidades específicas de diferentes segmentos de transporte. 

Transformar la incertidumbre en oportunidad estratégica

La industria automovilística se encuentra en el epicentro de una transformación que redefine conceptos fundamentales sobre movilidad, sostenibilidad y competitividad industrial. Los retos tecnológicos, ambientales y geopolíticos que caracterizan el escenario actual no constituyen obstáculos temporales, sino elementos estructurales del nuevo paradigma sectorial. Y la capacidad de adaptación determinará no solo la supervivencia competitiva, sino también el liderazgo en las próximas décadas.

España, con su posición estratégica en el panorama automovilístico europeo, debe aprovechar sus fortalezas históricas mientras acelera su transformación hacia la movilidad sostenible y conectada. La gestión eficaz de los riesgos emergentes, la inversión en talento especializado y la colaboración público-privada constituyen elementos determinantes para mantener y reforzar la competitividad del sector español en el nuevo escenario internacional.

Porque el futuro de la automoción será necesariamente ecléctico, combinando múltiples tecnologías y enfoques para satisfacer las diversas necesidades de movilidad en diferentes contextos geográficos y socioeconómicos. Y en este escenario de complejidad creciente, las organizaciones que logren transformar la incertidumbre en oportunidad estratégica serán las que lideren la siguiente era de la movilidad global. 

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