Natxo Vadillo
La oportunidad dorada del sector asegurador frente al ‘boom’ del hidrógeno verde
- I+D+i en seguros
- Ingeniería de riesgos
- planificación industrial
El hidrógeno ha dejado de ser una promesa futurista para convertirse en la realidad industrial más prometedora de esta década. Con España posicionándose como epicentro mundial de esta revolución energética, el sector asegurador se enfrenta a una oportunidad sin precedentes: un mercado que podría superar los 3.000 millones de dólares en primas para 2030, según la consultora McKinsey, respaldando una inversión colosal de más de 680.000 millones de dólares a nivel global.
Y es que España ha emprendido una de las transformaciones energéticas más ambiciosas de su historia, situando al hidrógeno renovable como un pilar fundamental para su futura competitividad industrial. La apuesta es formidable: la revisión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) ha elevado el objetivo de capacidad de electrolizadores para la producción de hidrógeno verde hasta los 11 gigavatios (GW) para 2030, un salto monumental desde los 4 GW iniciales. Este impulso se materializa a través de un despliegue de capital público sin precedentes, con instrumentos como el proyecto estratégico PERTE ERHA, que ya ha movilizado más de 1.500 millones de euros para catalizar la inversión privada.
Sin embargo, esta inyección de fondos públicos, aunque crucial, no cubre todo el espectro de riesgos, dejando al descubierto un vacío crítico. El capital público puede cofinanciar la construcción de una planta, pero no cubre los riesgos operacionales, de responsabilidad civil o de interrupción de negocio que se extienden a lo largo de las décadas de vida útil de estos activos. Este vacío es una barrera que el capital privado y las entidades financieras son reacios a cruzar sin una red de seguridad robusta. Es aquí donde el sector asegurador se convierte en el arquitecto indispensable de esa red, un factor crítico cuya capacidad de innovación determinará el ritmo real de la transición energética española.
España, epicentro global del hidrógeno verde
La visión de España como un futuro líder mundial en hidrógeno verde se fundamenta en una confluencia única de ventajas competitivas. El factor más determinante es el acceso a vastos recursos de energía solar y eólica a costes de los más bajos de Europa, lo que le otorga una ventaja estructural en la producción por electrólisis de hidrógeno.
A esto se suma una de las redes de gasoductos más extensas del continente, con un 30% de sus tramos potencialmente reconvertibles para transportar hidrógeno, lo que supone un ahorro monumental en infraestructuras. Su posición geográfica, con acceso a los corredores atlántico y mediterráneo, convierte a nuestro país en una plataforma logística ideal para exportar energía al resto del continente.
Esta ambición se está traduciendo en un flujo tangible de capital. Las asignaciones de fondos públicos, que ya suman 2.700 millones de euros, han actuado como palanca para movilizar una inversión total de 6.100 millones en 115 proyectos que suman 3,7 GW de electrolizadores en desarrollo.
Los «Valles de Hidrógeno» en regiones como Andalucía, Aragón o Cataluña son el epicentro de esta estrategia, integrando a grandes corporaciones, pymes y centros de investigación. Surgen, además, giga-proyectos de escala mundial como HyDeal España en Asturias, que planea alcanzar 7,4 GW de capacidad de electrólisis para producir acero y fertilizantes verdes, un proyecto que por sí solo podría evitar el 4% de las emisiones actuales de CO2 de España.
La banca de inversión observa este despliegue con interés, pero también con cautela. Instituciones como el Banco Europeo de Inversiones (BEI) y firmas como BNP Paribas destacan que, si bien el respaldo público es fundamental, este debe ir acompañado de un sólido marco de mitigación de riesgos para desbloquear el flujo masivo de capital privado. Los financiadores no darán luz verde a las decisiones finales de inversión para proyectos de esta magnitud si no cuentan con una cobertura de seguros completa. El dinero público puede llevar un proyecto a la línea de salida, pero es un programa de seguros robusto lo que le permite obtener la financiación a largo plazo necesaria para cruzar la línea de meta.
Un nuevo paradigma de riesgos industriales
La transición hacia una economía del hidrógeno supone la creación de una cadena de valor que introduce un paradigma de riesgos sin precedentes. La industria tradicional de petróleo y gas, aunque peligrosa, se basa en riesgos bien conocidos y cuantificados. La economía del hidrógeno, en cambio, presenta un portafolio de riesgos dispares y extremos que deben gestionarse simultáneamente.
En la fase de producción, la electrólisis a giga-escala concentra riesgos eléctricos de alta tensión y peligros operativos específicos de esta tecnología. Un aspecto crítico es la gestión del oxígeno, un subproducto que, al enriquecer la atmósfera, aumenta exponencialmente el riesgo de incendio.
Una vez producido, el almacenamiento y transporte magnifican los peligros. El hidrógeno gaseoso comprimido a presiones de hasta 700 bar concentra una enorme energía potencial, y su molécula, la más pequeña del universo, es propensa a fugas que pueden derivar en explosiones devastadoras. El hidrógeno líquido, por su parte, debe mantenerse a una temperatura criogénica de -253 °C, introduciendo riesgos de quemaduras severas y la necesidad de gestionar la evaporación para evitar sobrepresiones.
El transporte por hidroducto, una de las grandes ventajas de España, presenta el desafío técnico de la «fragilización por hidrógeno», un fenómeno que puede debilitar el acero de las tuberías y provocar fallos catastróficos. Para la exportación a gran escala, la conversión a amoníaco verde transforma el perfil de riesgo: el principal peligro deja de ser la inflamabilidad para pasar a ser la alta toxicidad, con consecuencias potencialmente devastadoras en caso de derrame en un terminal portuario.
A todo esto se suman los riesgos transversales de una cadena de valor muy interconectada, donde un incidente en un único punto puede desencadenar un efecto dominó, generando reclamaciones masivas por interrupción de negocio.

Lecciones críticas extraídas de la siniestralidad
Los riesgos asociados al hidrógeno, aunque gestionables, no son meramente teóricos. La experiencia reciente en Europa ofrece lecciones contundentes que el sector industrial y asegurador no puede permitirse ignorar. En 2019, la explosión en una estación de servicio de hidrógeno en Sandvika, Noruega, paralizó temporalmente la confianza en la incipiente red de repostaje del país. La investigación posterior reveló que la causa raíz fue una fuga de hidrógeno a alta presión que permaneció sin ser detectada durante casi tres horas, permitiendo la acumulación de una mezcla explosiva.
Más recientemente, en junio de 2024, un incendio en una planta de hidrógeno recién inaugurada en Gersthofen, Alemania, derivó en una violenta explosión que provocó una gran llama de hidrógeno y causó daños graves en las instalaciones. Estos incidentes, aunque distintos en su contexto, convergen en una conclusión fundamental: la necesidad crítica de ir más allá del cumplimiento normativo básico.
Y subrayan que la viabilidad de cualquier proyecto de hidrógeno depende directamente de la robustez de sus sistemas de detección precoz de fugas y de la eficacia de sus protocolos de respuesta a emergencias. La lección para la industria es clara y rotunda: la gestión de riesgos en la economía del hidrógeno debe ser proactiva y no reactiva. Ya no es suficiente con cumplir las obligaciones legales; es imperativo adoptar herramientas avanzadas para la identificación sistemática, la evaluación cuantitativa y la gestión integral de los riesgos, asegurando que la seguridad no es un mero requisito, sino el pilar sobre el que se construye toda la operación.
La gran oportunidad del sector asegurador
Ante este complejo panorama, el sector asegurador no es un actor pasivo, sino un agente habilitador fundamental. Esta oportunidad se materializa a través de la creación de líneas de negocio emergentes y productos altamente especializados, diseñados para cubrir las nuevas exposiciones de la cadena de valor del hidrógeno.
Esto incluye desde los Seguros de Construcción y Montaje, cruciales para las gigantescas plantas de electrólisis proyectadas, hasta los Seguros de Transporte Especializado para el hidrógeno líquido y gaseoso a alta presión. Asimismo, se vuelven imprescindibles los Seguros de Responsabilidad Civil Especializada, que cubren daños a terceros por eventos como fugas o explosiones; y sin olvidar las pólizas de Pérdida de Explotación, que protegen la continuidad del negocio en una industria donde la interrupción de la operativa puede tener consecuencias financieras catastróficas.
Pero más allá de la mera transferencia de riesgos, el valor diferencial del sector residirá en su capacidad para actuar como consultor estratégico en la gestión de estos. La industria aseguradora puede y debe jugar un papel crítico no solo facilitando cobertura ante eventualidades, sino orientando activamente a las empresas del sector del hidrógeno en la mitigación y gestión de sus riesgos operativos y tecnológicos. Al aportar su vasta experiencia en el análisis y prevención de siniestros, las aseguradoras se convierten en un actor proactivo que no solo repara el daño, sino que ayuda a construir una industria más segura y, en definitiva, más atractiva para la inversión.
La imperativa colaboración público-privada
Sin embargo, el éxito del sector asegurador en el campo del hidrógeno depende crucialmente de la colaboración estrecha con todos los actores de la cadena de valor. La experiencia internacional demuestra que instaladores, operadores y aseguradoras deben unirse para establecer buenas prácticas de seguridad e innovación.
Esta colaboración debe materializarse en, por ejemplo, el desarrollo de normativas adecuadas: España aún carece de estándares específicos para el hidrógeno, algo que el Ministerio de Industria reconoció en 2019. Las aseguradoras pueden liderar el desarrollo de estos marcos regulatorios.
También las aseguradoras deben invertir masivamente en I+D+i para entender los riesgos emergentes, lo que incluye estudios sobre comportamiento de materiales ante hidrógeno, modelización de escenarios de fuga o el desarrollo de sistemas de detección precoz. Y sin olvidar la formación especializada, ya que la escasez de ingenieros de riesgos capacitados para evaluar proyectos de hidrógeno representa una barrera crítica que las aseguradoras pueden ayudar a superar.
Forjando un futuro verde y asegurable
El análisis de la emergente economía del hidrógeno en España revela una verdad ineludible: la ambiciosa visión de convertir al país en un líder mundial de la energía limpia está indisolublemente ligada a la capacidad del sector asegurador para gestionar un nuevo universo de riesgos. La brecha entre la ambición política y la realidad inversora solo puede ser cerrada por una industria aseguradora que actúe como un socio estratégico.
Es fundamental que la industria fomente la transparencia y la colaboración en la gestión de datos para construir la base que permita tarificar los riesgos con mayor precisión. Por su parte, el sector asegurador debe seguir invirtiendo en conocimiento técnico especializado e innovación de productos. Finalmente, los reguladores deben proporcionar un marco normativo claro y armonizado que reduzca la incertidumbre y acelere la inversión. Solo juntando estos tres pilares se podrá forjar un futuro energético para el hidrógeno verde que no solo sea limpio y competitivo, sino también seguro.
Y aunque el reto es considerable, las recompensas potenciales son extraordinarias. España no solo puede convertirse en el epicentro mundial del hidrógeno verde; puede también liderar el desarrollo de las soluciones aseguradoras que harán posible esta revolución energética. Para el sector asegurador español, el futuro ya ha comenzado.