Natxo Vadillo
Epílogo de un desastre fatal
- gerencia de riesgos
Se acaba de publicar, hoy, en la prensa especializada que Mapfre tendrá que abonar 4,3 millones de euros a las victimas del accidente de Spanair, aquel fatal accidente del vuelo doméstico regular 5022 entre Madrid y Las Palmas de Gran Canaria a bordo de una aeronave McDonnell Douglas MD-82
154 personas fallecieron, 18 resultaron milagrosamente heridas, 71 familias en total en la reclamación colectiva.
Desde aquel fatal día, 20 de agosto de 2008, hemos podido comprobar en los medios de comunicación cómo se ha maltratado a las víctimas, cómo ellas mismas pedían amparo al Gobierno y cómo siempre ocurre en estos casos, las palabras de consuelo y apoyo se vierten lamentablemente en compromisos fallidos no dando la cara nunca nadie y mucho menos el Ejecutivo de turno.
Cuando he leído la noticia y he hecho cuentas, parece una broma este asunto. Me he tenido que parar a pensar por un momento si también ha llegado al mundo de la justicia la moda del Black Friday, ya que desde luego es una vergüenza mayúscula, sin precedentes en la historia en un país “supuestamente avanzado” que salga el coste por víctima por un cúmulo económico miserable.
Nótese que estoy francamente asombrado y molesto. Ni me imagino cómo estarán los familiares de las victimas a quienes, desde estas humildes líneas, les doy todo mi apoyo y cobijo.
Es evidente que la estrategia jurídica desde el inicio ha topado con un cúmulo de complicaciones. Otra cosa habría sido si, en lugar (o, además) de hacerlo como lo hicieron, hubieran ido contra Boeing y la FAA por mantener solo clasificado como “recomendado” en vez de como “obligatorio” el Service Bulletin que habría prevenido el problema que dio lugar al accidente, tras los dos accidentes idénticos -por el mismo motivo- que había habido años antes en Estados Unidos con aviones del mismo modelo.
El fuero señores, queridos amigos, el fuero en aviación es clave. Las demandas en USA en un caso como este y, por ende, las responsabilidades de los fabricantes, y los reguladores más allá de los operadores son claves en este mundo tan especial de la aeronáutica comercial.
Natxo Vadillo – Compitte –